lunes, 16 de mayo de 2016

Bosque Mediterráneo

El bosque y matorral mediterráneo o durisilva, es un bioma de bosques y matorrales que se desarrolla en regiones con clima mediterráneo, caracterizado por inviernos templados, veranos secos, otoños y primaveras con abundantes precipitaciones, además de frecuentes incendios forestales a los cuales la vegetación está adaptada. Está representado por comunidades vegetales similares adaptadas para soportar el verano árido y se encuentran en cinco regiones climáticas mediterráneas del mundo:
·       Primariamente en la cuenca endorreica alrededor del mar Mediterráneo
·       Chaparral californiano
·       Matorral chileno
·       Fynbos sudafricano
·       Al sudoeste y sur de Australia


En todos los casos están situadas en la fachada occidental de los continentes, hacia los 30º y los 40º (44º en el Mediterráneo). El suelo dominante es el rojo, el pardo, y la terra rossa relicta.

Características

La vegetación típica es esclerófila y xerófila, ya que tiene que soportar la aridez estival. La especie dominante es la encina. El sotobosque es leñoso, espinoso y aromático, con especies como el lentisco, el aladierno, numerosas lianas como la zarzaparrilla y, en los claros, las jaras, el romero y el tomillo. En el cortejo florístico aparecen especies como el pino carrasco y el pino piñonero, la sabina, el madroño, etc. En las zonas más húmedas aparece el quejigo; en suelos silíceos aparece el alcornoque.

En la transición con otras biocenosis pueden aparecer especies frondosas como matorral, junto con las xerófilas, en un bosque mixto. Es muy importante el bosque galería, en el que aparecen especies frondosas como el chopo o el olmo, que encontramos en los márgenes de los ríos, lagos y lagunas.

El fuego juega un papel importante en la dinámica de estos bosques y, por ello, las especies que lo componen han desarrollado numerosos mecanismos para adaptarse a los incendios. Así, por ejemplo, los alcornoques presentan cortezas muy gruesas para protegerse; encinas y robles melojos presentan una gran capacidad rebrotadora; y las jaras forman semillas que germinan más fácilmente cuando se ven sometidas a altas temperaturas.

Los bosques mediterráneos son en su mayor parte perennifolios, aunque también hay especies marcescentes, es decir, que presentan hojas caducas pero que permanecen en el árbol hasta la siguiente primavera, para proteger las yemas de las nuevas hojas. Las hojas de los árboles están cubiertas de cera para reducir la pérdida de humedad en los meses cálidos. En general, estos bosques presentan un número relativamente poco variado de especies en el dosel arbóreo.

El país mediterráneo ha estado poblado desde muy antiguamente, y la intervención humana en la biocenosis ha sido decisiva para formar el paisaje y el medio. El bosque se degrada en garriga, dominada por la coscoja, maquia y estepa mediterránea, dependiendo de la importancia de la degradación. En la península Ibérica existe un tipo de aclarado del bosque mediterráneo conocido como dehesa.
El ecosistema de bosque mediterráneo es muy sensible a la desertificación si se destruye su cubierta vegetal. Las lluvias torrenciales arrastran el suelo con facilidad y se erosiona con gran rapidez.


Origen y evolución del bosque mediterráneo

Origen

El origen de la región mediterránea se encuentra en los márgenes de un antiguo océano mesozoico, el Mar de Tetis, que separaba los primitivos continentes de Laurasia y Gondwana (África de Europa). Este sufrió importantes modificaciones sobre todo durante la orogenia alpina, que se extiende desde el Cretácico Medio (100 Ma) hasta finales del Mioceno (7 Ma). Ya en el Cenozoico, durante el Paleoceno-Eoceno (65-38 Ma), nos encontramos ante un ambiente cálido, forestal y húmedo en el continente europeo. A finales del Oligoceno (35-23 Ma), se observa un descenso de temperaturas y precipitaciones, instalándose definitivamente las condiciones de alta presión que condicionan la disponibilidad de agua tan característica de la región mediterránea.


Evolución

Los acontecimientos más importantes que han condicionado la evolución de la vegetación mediterránea han sido: Contacto entre Norteamérica y Eurasia, que se prolonga desde el Mesozoico hasta finales del Paleoceno (60 Ma).

Esto explica claramente la similitud que podemos encontrar entre muchas especies de California, por ejemplo, y del Mediterráneo europeo, como Acer, Alnus, Arbutus, Clematis, Crataegus, Berberis,Helianthemum, Cupressus, Fraxinus, Juniperus, Lonicera, Prunus, Rhamnus, Rosa, Rubus, Smilax,Lavatera, Salvia, Viburnum, Vitis, Pinus.

El mioceno fue un periodo bastante particular en cuanto a configuración espacial se refiere.

Podíamos encontrarnos con zonas emergidas, mares salpicados de pequeñas islas, lo que llevó al aislamiento y formación por tanto de nuevas especies. Cabe mencionar que durante el Mesiniense (6,7-5,2 Ma) tuvo lugar un fenómeno de extrema aridez que transformó el Mediterráneo en un área de marjales, invadidos por xerófilos y halófilos.


Hoy día parece haber suficientes estudios que hacen pensar que el paisaje del Mioceno es más complejo de lo que se creía, con bosques húmedos y tropicales en el sur de Europa y el Norte de África.

A finales del Terciario, en el Plioceno, tuvieron lugar importantes crisis climáticas de cierta periodicidad, que asentaron las condiciones de aridez y enfriamiento, todo ello condicionado por la apertura del Estrecho.




No hay comentarios:

Publicar un comentario